sábado, 12 de octubre de 2013

No tenés sentido del humor.


      En la ciudad de Buenos Aires, casi todos tenemos un supermercado. Un supermercado chino. Nuestro chino de cabecera. Casi toda vez que iba al chino, cuando estaba en la caja, sucedía la siguiente escena:
La china:
-Eto  é pra novio?      (agarrando cualquier cosa, una botella o las galletitas) 
o…
-Y novio?
Yo:
Se murió.    (con gesto de jocosidad estúpida)
      Esa jocosidad. Como la odio. Esa jocosidad que me empelota, y me odio cuando descubro que mi cara se contrae con ese estúpido gesto de simpatía. Desde que era chica recuerdo haber tenido que hacer fuerza para reírme de esa especie de chistosidad, ese convencionalismo social jocoso. Cumplo a duras penas con eso. Pero cumplo, porque me supongo con un canon animal que me podría convertir en la loca que le da de comer a los gatos sarnientos del baldío mientras los pibes del barrio le tiran piedras.
      Y así todo, cumpliendo, como caminando con zapatos chicos, un día, la muy ingrata me dice, con gesto serio:
- Vó no conteta ashí, yo hago boroma, vó dice Aaahhh!!!, si no, yo no hago má boroma, (se terminara la tortura?) la gente dice tá loca la chica, é loca. No, murió no. Yo pregunta po novio, vó dishe, bieeeennnn. No, murió, no. Vó no conteta ashí, yo hago boroma, vó dice Aaahhh!!!, si no, yo no hago má boroma.

      Okei. Se entendió. Se respetan los convencionalismos. A rajatabla. Se entiende, no? Acá y en la Conchinchina. Ella, boroma, yo, “aaahhh”. Y supongo, que luego exigirá el gesto estúpido de simpatía, con lo mal que me hace sentir eso, y todo por no caminar dos cuadras más hasta el próximo chino, y tratar que mi canon animal no me transforme en una loca sin sentido del humor. Que encima le da de comer a todos los gatos sarnientos del barrio.

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